Es la luz de la mañana,
pintando el mismo rincón,
donde solías quedarte,
donde ahora solo hay adiós.
Es la brisa que susurra,
como antes en tu piel,
pero ahora es un eco frío,
que no sabe a miel.
El café ya no sabe igual,
su aroma es una herida más.
Las sombras de la ciudad,
gritan que no estás.
Y es que todo, absolutamente todo,
me recuerda a ti.
Desde el sol que entra por la ventana,
hasta el frío en mi piel sin ti.
La ciudad susurra tu ausencia,
en cada calle, en cada canción.
Y aunque cierre los ojos…
sigues siendo mi prisión.
Entre la gente me pierdo,
pero es peor que estar solo,
porque el murmullo del mundo
se siente aún más roto.
Las risas ajenas,
son un eco cruel,
como si el destino,
me hablara de ayer.
Cada aroma, cada calle,
cada esquina me lastima.
El recuerdo de tus manos,
en mi piel aún camina.
Y es que todo, absolutamente todo,
me recuerda a ti.
Desde el sol que entra por la ventana,
hasta el frío en mi piel sin ti.
La ciudad susurra tu ausencia,
en cada calle, en cada canción.
Y aunque cierre los ojos…
sigues siendo mi prisión.
Tal vez el tiempo cure,
tal vez aprenda a respirar.
Pero hoy todo me dice…
que no sé olvidar.