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La Pluma y el Río

Encontré una pluma junto al río gris,
un brillo leve, un leve matiz.
Por un momento, el hedor cesó,
y la ciudad en calma respiró.

Le decían Doc, con bata sin edad,
alimentaba palomas con bondad.
Sus manos curaban, su voz un ritual,
hablaba de un mundo menos brutal.

Decía que el río solía cantar,
antes de que el concreto lo hiciera callar.
Y que las aves aún pueden oír,
un eco sagrado, difícil de seguir.

Piedras en bolsillos, pan entre sus dedos,
dibujaba mapas con polvo y recuerdos.
Formulaba sueños de sanación,
con palabras raras y devoción.

La pluma danzaba en la brisa sucia,
una promesa en una ciudad sin justicia.
No estaba loco, no era ficción,
era memoria en la repetición.

Decía que el río solía cantar,
antes de que el concreto lo hiciera callar.
Y que las aves aún pueden oír,
la cura que buscan para sobrevivir.

Encontré la pluma, Doc comenzó a hablar,
de alquimia en la lluvia, y estrellas al pasar.
Susurros que nadie se atrevió a pedir,
sanación en el arte de sobrevivir.