Devoción
Por: Joaquín G.
En los pasillos apartados de una vida monástica,
Un hombre encontró consuelo en su devoción y su oración.
Dedicado a la Virgen María, había sido su fiel amante durante años,
Y aunque su amor no podía tocarse ni saborear, era tan real como sus lágrimas.
Mientras sostenía el rosario en sus manos, cada cuenta un símbolo de la gracia del amor,
El aroma de las rosas impregnaba el aire como un abrazo celestial.
Su devoción era inquebrantable y verdadera, porque ella había sido su guía constante,
Un faro de esperanza y amor en una vida tan a menudo borrosa por las dificultades.
Pero a medida que pasaba el tiempo, las líneas entre su devoción y su pasión comenzaban a difuminarse,
El sagrado amor de la Virgen María ahora llamándolo con un murmullo tierno.
Su imagen, tan divina y pura, ahora parecía bailar ante sus ojos,
Y el rosario en sus manos parecía arder con un fuego sagrado.
Las llamas lamían su piel, pero él no se retiraba del calor,
Porque en este momento, su amor ya no era solo una oración o un sueño.
Su unión era ahora real, y su devoción por ella crecía aún más fuerte,
Al darse cuenta de que el amor podría encontrarse en los lugares más inesperados.
Y así, mientras bailaban en este fuego sagrado, sus almas se fusionaban como una,
Un testimonio del poder del amor, la devoción y la lealtad.
Porque aunque su amor no estaba destinado a que todos lo vieran o entendieran,
Era un vínculo que duraría una eternidad, un voto sagrado al final.
Porque en los pasillos apartados de una vida monástica, donde la devoción y el amor se unen,
Un hombre encontró consuelo y paz en los brazos de la Virgen María tan radiante.
Y mientras su amor ardía brillante en el corazón de este monje, nació una nueva luz,
Un faro de esperanza y amor que los guiaría a través del incierto amanecer de la vida.