Alegría
Por Joaquín G.
En el tapiz fundido del verano, donde el tiempo mismo se detuvo,
Esa hora dorada, un solo aliento, grabado en el suave trino de mi corazón.
El sol, una brasa somnolienta, besó la tierra con la gracia del adiós,
Mientras mano a mano nos quedamos, y contemplamos ese espacio sin límites.
El aire, una sinfonía fragante, con flores de rosa y heno,
La suave brisa, un voto susurrado, robó las preocupaciones de la vida.
Nuestros ojos, dos estrellas en el silencio del crepúsculo, se encontraron en una chispa tan brillante,
Mi corazón, una mariposa cautiva, se elevó libre en puro deleite.
Nos paramos en todo nuestro esplendor, una visión justa, él en su traje a medida,
Y yo, un vestido que atrapó al sol, una flor de pie muda.
Sin embargo, desnudos bajo la jaula dorada, nuestras almas, entrelazadas y libres,
El dulce abrazo de la vulnerabilidad, un lazo para que todos lo vean.
Sin palabras, pero música en nuestros pasos, un vals a través de campos dorados,
El ritmo de cada latido del corazón entrelazado, una historia aún no contada.
La melodía de la risa, una canción que el viento llevaría suavemente,
Eco a través de hojas vibrantes, una alegría que nadie podría enterrar.
Y mientras el sol, un beso ardiente, dormía sobre el horizonte,
Un calor permaneció, una promesa cumplida, dentro de nuestros corazones expertos.
Este momento, grabado en la llama de la memoria, un testimonio, tan verdadero,
El amor y la alegría que florecen dentro, para siempre frescos y nuevos.