Las rosas que cuidamos son ceniza,
sus tonos vivos se fueron con el dolor.
Las espinas quedan, cruel y precisa,
testigo del fin de nuestra flor.
Camino solo donde reía el sol,
donde tu risa hacía al cielo cantar.
Hoy crece el silencio, oscuro, sin control,
y solo me queda llorar.
La fuente calla—
tu nombre quiere gritar.
No hay respuesta,
solo sombra y mar.
Mi corazón no brota,
semilla en hielo cruel.
Aún guardo un pétalo,
y sangro por él.
El olor a muerte donde hubo amor,
un perfume triste del ayer sin paz.
Cada paso repite aquel dolor,
de un amor que brilló… y ya no está.
Un pétalo rojo,
en mi mano sin calor.
Susurra tu nombre,
pero no entiende el amor.
El jardín marchito
me llama desde el gris.
Y aunque me hiere,
sólo a tu sombra seguí.
Lo que fue belleza
hoy me lleva a caer…
Una tumba de amor,
y ahí te vuelvo a ver.
…me arrastra hacia la niebla.