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Ámbar

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La luz del fuego
bailaba sobre tu mejilla dormida.
La casa antigua
crujía suave, como una despedida.
Los leños hablaban
con chispas en su voz,
mientras tu cabello cobrizo
olía a humo y a amor.

Y en el pequeño espacio entre tus respiraciones,
encontré mi paz sin condiciones.
Las llamas reflejadas en tus ojos cerrados
eran mi hogar, en sueños atrapado.

Ámbar, como el brillo de tu piel,
como el calor que vuelve a nacer.
No hacen falta palabras aquí,
bailamos despacio, sin fin.
Ámbar,
y el tiempo deja de existir.

La silla te abrazaba
mientras la noche nos envolvía.
El silencio con olor a leña
nos tejía compañía.
El whisky en la mesa
se quedó en el olvido,
pero tu calor,
fue mi único abrigo.

Ya no hay ruido, ya no hay voz—
solo amor en nuestro rincón.
Y me quedo aquí, junto a ti,
mientras la noche diga que sí.

Ámbar, como luz en tu cabello,
como un secreto envuelto en destello.
No hace falta hablar para sentir—
el silencio nos hace latir.
Ámbar,
abrigándonos sutil.

Ámbar luz,
no te vas.
Que el fuego
nunca se apagará…